CÓMO RESOLVER LOS CONFLICTOS CON MI HIJO

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Cuando nos convertimos en padres nuestra vida cambia y con ella también nuestros pensamientos. Todo empieza a girar en torno a nuestros hijos y siempre trataremos de brindarles lo mejor posible para su bienestar. Cada etapa de desarrollo trae sus propios aprendizajes y evolución.

 

Pero cuando aparecen los conflictos con nuestros hijos, independientemente de su edad, debemos echar un vistazo a nuestras creencias y lo más importante, a lo que realmente queremos enseñar al tratar de manejar los conflictos. Recordemos que de la manera en que tú lo hagas, estarás modelando en tu hijo un comportamiento que seguramente replicará en su adultez.

 

Etimológicamente la palabra conflicto significa “enfrentamiento con”, lo cual quiere decir que para que se presente conflicto se necesiten dos partes. Para este caso, tú y tu hijo. Y, alguna vez te has preguntado, ¿qué pasaría si cada vez que crees que va a estallar la discusión con tu hijo, ves este incidente como una oportunidad de aprendizaje, y dejas atrás las culpas, el control, el ego, los chantajes, los reproches, etc.?

 

Pues acá te vamos a ayudar con algunas recomendaciones para que las tengas en cuenta antes de tener una confrontación con tu hijo:

Primero que todo, debes tener claro que la educación de los hijos es para toda la vida. Esta claridad te invita a que cuando entres en conflicto con tu hijo, pienses qué es lo que quieres enseñarle en esa situación en concreto. Pregúntate para qué le quieres decir lo que tienes en mente. Cada vez que lo hagas verás que gestionas mejor tu enfado y comienzas a encontrar el verdadero sentido a la responsabilidad de educar a tus hijos en una confrontación.

En segundo lugar, debes cambiar tu mentalidad y cada vez que estés en una situación complicada no la veas como una amenaza sino como un reto que te va a permitir a ti y a tu hijo crecer personalmente. Vuelve y pregúntate, ¿qué podemos aprender de esto? Pues, al cuestionarte, te proyectas ante una situación similar a futuro, evitas encontrar un culpable, te enfocas en soluciones y te vuelves creativo/a. Y si quieres ir más allá, te sirve mucho para pensar de qué manera ha influido tu comportamiento en el comportamiento de tu hijo.

Sin embargo, hay un punto muy importante que se esconde detrás de todo esto y es que, en medio de todo conflicto, o después, escuches tu corazón y examines qué sentimiento te ha invadido, por ejemplo, rencor, ira, resentimiento, orgullo, etc. y analices qué necesidad no satisfecha hay de base. Cuando lo hayas logrado, modifica tus pensamientos pues solo así podrás cambiar tus sentimientos y por ende tus comportamientos. Por ejemplo, puedes pensar: “Mi hija/o está aprendiendo y yo debo enseñarle cómo hacerlo de la mejor manera”. Te invitamos entonces a que busques tus propios mensajes e intentes manejar la relación con tu hijo/a desde el amor.

Es importante ser cuidadosos en la manera en que hablamos con nuestros hijos y de las palabras que les decimos ya que, sean niños o adolescentes, ellos suelen verlo todo de manera binaria, es decir, todo o nada, blanco o negro, bueno o malo. Como consecuencia, si nos relacionamos con ellos de manera poco respetuosa, les reprochamos o los gritamos, pueden percibir que no los queremos y que el mensaje de amor no les llega.

Así como debes preguntarte qué emoción está detrás de tu reacción ante la rabieta de tu hijo, pregúntate también qué emoción está detrás de la rabieta de tu hijo. Es decir, no es cuestión de aceptar el “mal comportamiento” de tu hijo, pero si de entender su emoción, de dónde viene y preguntarte cómo puedes ayudarle a través de una simple conversación, de poner límites o de llegar a soluciones de manera conjunta. Escúchalo, pregúntale cuáles son sus necesidades, no lo juzgues.

Antes de afrontar el conflicto, debes estar en calma. Esto es fundamental y si no lo consigues, es mejor que te retires. Puedes hacer deporte o salir un momento y respirar, esto hará que tu hijo también se calme.

Olvida la idea de que por ser el padre o la madre siempre tendrás el derecho a ganar. Reconocerlo es de sabios y la humildad es un valor que le estarás inculcando a tu hijo con este sencillo gesto.

Valida las emociones de tu hijo, ayúdale a indagar qué pensamientos hay detrás de esa emoción, y cómo puede modificarlos para sentir una emoción más productiva. Puedes preguntarle, por ejemplo, ¿Cómo te puedo ayudar?, ¿Qué necesitas en este momento?

Siempre que la edad de tu hijo lo permita, pregúntale cuál es la meta que quiere alcanzar con la situación que se está presentando. Ayúdale a visualizar el objetivo de manera realista y con palabras sencillas. Pueden hacerlo de la siguiente manera: ya sea uno de los padres o el hijo o hijos explicarán el problema, luego todos los involucrados aportan soluciones. Aquí es importante no juzgar, aunque no tenga sentido alguna de las propuestas. El adulto retoma las opciones y elimina las que no sean viables brindando la justificación. Luego se llega a un acuerdo sobre qué solución se va a tomar y se establece el tiempo para llevarla a cabo. Acá lo interesante es que sea el propio niño quien tome la decisión y se haga responsable. Cada parte debe comunicar a la otra a qué se compromete. Como padre o madre debes hacer seguimiento a los acuerdos.

Con los más pequeños si bien no podrás hacer esta actividad, puedes tener en cuenta las recomendaciones anteriores, haciendo énfasis en ponerle amor a cualquier conversación, explicación o corrección ajustada a la edad y nivel de comprensión de tu hijo/a.

De seguro la práctica de estos pasos hará que el tránsito por el conflicto sea más amigable y respetuoso.

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