También conocido como “nosofobia”, es ese miedo recurrente y persistente a contraer una enfermedad concreta. El ejemplo más claro es el relacionado con la situación que estamos viviendo, el miedo a contraer el COVID-19. Pero también puede existir el miedo a sufrir problemas del corazón, problemas estomacales, problemas neurológicos, etc. Las causas pueden estar relacionadas cuando se tienen ciertos antecedentes de enfermedades o por alguna situación que está ocurriendo alrededor. La persona no está convencida de estar ya enferma, como ocurre con la hipocondría, sino que no quiere contraer la enfermedad y vive con esa preocupación.
Aunque no lo creamos, esto puede tener ciertos beneficios, ya que nos ayuda a poner los límites necesarios de seguridad. Sin embargo, si no logramos manejarlo, acaba excediéndose y condicionando todas las esferas de nuestro funcionamiento, incluso en aquellos momentos donde no hay ningún tipo de riesgo.
El miedo no solo está orientado a contraer la enfermedad y sufrirla, sino también a morir, por lo que se vincula a patologías donde la vida sí puede estar en peligro. Aunque la persona no entrara dentro de ese grupo de riesgo, por ejemplo, sí es cierto que nadie estaría totalmente a salvo, por lo que se aferraría a esa pequeña posibilidad para que su miedo crezca. Es acá donde nos puede llevar a comportamientos obsesivos marcados por la ansiedad que abarcarían facetas como la alimentación, el deporte, el contacto social o tareas cotidianas. La nosofobia produce ansiedad excesiva que podría llegar a ser incapacitante. La persona siente que no puede controlar su miedo y que algo malo le va a ocurrir. Genera mucho estrés a quienes lo sufren y condiciona toda su vida.
Hay que tener en cuenta que una enfermedad concreta puede asustarnos si la hemos visto en un familiar o a nivel social, por lo que puede ser razonable que durante un tiempo estemos en un estado de alerta y colocando más barreras de seguridad. Sin embargo, este miedo a enfermar conllevaría síntomas añadidos como los siguientes:
A nivel físico
Puede aparecer taquicardia, sudoración, dolores de cabeza y estómago o alteración del apetito y del sueño. Puede que no sean constantes y aparecer puntualmente a lo largo del día.
A nivel cognitivo – emocional
Predomina el miedo con sus respectivos pensamientos aturdidores. Cuando se tratan de evitar más bien parecen aumentar y son difíciles de eliminar. Los pensamientos obsesivos no siempre son reales.
A nivel conductual
Como cualquier miedo, tratamos de evitarlo y emprendemos conductas de huida. Sin embargo, lo que hagamos puede hacer que el miedo aumente y vaya generalizándose. Por ejemplo, volvamos al caso COVID-19, el temor a contagiarnos y aislarnos físicamente, hace que no intentemos tocar a nadie ni recibir ese contacto incluso de las personas con quienes convivimos.
Pero, ¿Qué podemos hacer para manejar este miedo a enfermarnos?
- Distraernos, mantenernos ocupados y disfrutar de lo que hacemos. Es el mejor momento para encontrar actividades que nos hagan felices.
- Relajarnos es importante para bajar la ansiedad, por eso podemos usar técnicas como la relajación, la respiración o el yoga.
- Reestructurar los pensamientos, para ello hay que identificarlos y tratar de cambiarlos por otros más funcionales.
- Usar la imaginación y visualizar situaciones agradables es una de las técnicas más influyentes para calmar los miedos.
En anteriores artículos hemos explicado acerca de las estrategias y métodos para manejar la ansiedad, y a los cuales puedes recurrir para ampliar tus conocimientos sobre el tema.
Sin embargo, por tratarse de un miedo que te lleva a pensamientos catastróficos como la muerte, debes recurrir a profesionales en la materia que logren llevarte a identificar la causa y combatirla. En PADMATERAPIA, te ofrecemos una amplia gama de posibilidades para lograrlo mientras te acompañamos en todo tu proceso de fortalecimiento y adquisición de herramientas para el manejo.