[vc_row][vc_column][vc_column_text]La culpa es un sentimiento que aparece cuando hacemos algo mal u omitimos alguna acción o información y, aunque suene paradójico, surge como consecuencia de nuestra capacidad de ponernos en el lugar del otro, de la empatía y del desarrollo de nuestra conciencia moral. Es un sentimiento desagradable pero necesario porque nos ayuda a adaptarnos a la realidad social y al entorno. También nos ayuda a que tomemos conciencia del posible daño provocado y podamos hacer algo para solventarlo.
No obstante, cuando la culpa se apodera de nosotros, deja de cumplir una función adaptativa y se convierte en un evento perjudicial en donde en lugar de ser el sujeto quien controla al sentimiento, el sentimiento toma el control y causa malestar.
Puedes sentir la culpa de tres maneras diferentes:
La culpa adaptativa y sana que aparece cuando se provoca un daño real. Su utilidad está en que ayuda a respetar las normas y a las demás personas. Cuando aparece el sentimiento de culpa reaccionamos con conductas adaptativas que tienen como objeto solventar el perjuicio: pedir perdón, reparar el daño, darle soluciones a la otra persona, etc…
La culpa desadaptativa que ocurre cuando el sentimiento de culpa aparece sin ninguna causa real. Se valora de forma errónea un perjuicio que no es real. El sentimiento de culpa en estos casos no da lugar a la solución y al no solucionarse domina y puede llegar a ser destructiva. Por ejemplo, cuando crees que con una actitud tuya le has hecho daño a la otra persona, pero realmente, para el otro, no adquirió relevancia alguna tu actitud, en cambio para ti ha sido un evento significativamente importante que te quita paz y tranquilidad.
Lo otro que puedes sentir es la ausencia de culpa que ocurre cuando aun habiendo cometido un perjuicio, no es valorado como tal. Tal vez te ha pasado que un comportamiento tuyo le causa daño a la otra persona, pero para ti no adquiere trascendencia porque no lo sientes así.
Lo más común es sentir la culpa adaptativa, la cual comienza cuando se lleva a cabo una conducta, premeditada o no. Entonces, la mente comienza a elaborar pensamientos sobre la conducta y se genera una valoración negativa de la misma. Se considera un hecho reprochable y causante de algún malestar. Después, nos sentimos mal por ser los responsables de las consecuencias de la acción.
El sentir culpa o no gestionarla adecuadamente puede traer las siguientes consecuencias:
- Malestar emocional constante, que se caracteriza por su persistencia y su capacidad para perturbar el pensamiento y la conciencia.
- Sensación de desprecio hacia uno mismo.
- Desvalorización de uno mismo y como consecuencia en ocasiones baja autoestima.
- Suele ser fuente de estrés y ansiedad, frustración y desasosiego.
- Da lugar a una elevada auto exigencia, intentando controlar lo incontrolable.
- Genera relaciones asimétricas, ya que al sentirnos culpables liberamos a los demás de su culpa y cargamos con ella.
Qué podemos hacer para liberarnos de la culpa?
Lo primero, es importante poner en acción el desarrollo de la conciencia moral (que comienza en la infancia) la cual nos hace comprender lo que está bien y lo que no lo está. Y con esta distinción nos podremos hacer responsables de nuestros actos. Como consecuencia de ello, debemos aprender a hacer juicios realistas y comprender que no ocupamos un lugar central. A veces, algunos perjuicios son inevitables, no podemos agradar a todos, es más ni siquiera necesitan ese agrado.
Cuando sentimos que la culpa se apodera de nosotros, entramos en un estado de malestar del que es difícil salir, por ello hay que saber perdonarnos a nosotros mismos. No se trata de evadir nuestras malas conductas sino de ser capaces de reconocer nuestros daños lo cual es vital ya que es signo de madurez y contribuye al bienestar.
Tenemos que identificar y comprender el sentimiento de culpa ya que comprender nuestros sentimientos, nos ayuda a entendernos y a entender la situación. Enseguida debemos reflexionar sobre el acto que provocó la culpa y sobre la interpretación que cada uno le damos a ese acto. En ocasiones este acto puede ser valorado como negativo sin llegar a serlo o viceversa. Si crees que realmente hiciste algo malo, expresa tus sensaciones y pide disculpas a la persona o personas perjudicadas. Que no te de miedo decir “lo siento”.
También debes aprender a perdonarte aun cuando los demás ya lo hayan hecho contigo. Intenta visualizarlo desde fuera, piensa que es otra persona la que hizo mal y obsérvalo. Comprende que eres una persona y que puedes cometer errores, aprender de ellos y resarcir el daño. No te juzgues, sólo trata de encontrarle el sentido a lo que pasó y aprende, aprende y aprende.
En PADMA TERAPIA ponemos a tu disposición diferentes técnicas encaminadas a ayudarte a reconocer esos sentimientos de culpa y comenzar a trabajarlos. Recuerda que, si no los trabajas, puedes enfermar. Comunícate con nosotros.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]