Carencia Emocional: La base de mis sufrimientos

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Aunque no lo creas, las carencias emocionales constituyen el origen de muchas de nuestras dolencias tanto físicas como mentales y evidentemente emocionales. Y es que las caricias curan, los abrazos nos hacen sentirnos seguros y amados y una mirada llena de afecto es una forma de alegrar el alma.

 

Es posible que a más de uno le sorprenda, pero ¿puede una persona llegar a ver disminuida su calidad de vida por no recibir habitualmente este tipo de refuerzos positivos llenos de sentimiento? La respuesta es sí, ya que el ser humano es un ser social y emocional, que necesita de sus lazos afectivos para sobrevivir y para validarse como persona en cualquier contexto.

 

Es sencillo de explicar, pero no es fácil de asimilar: si en el día a día nuestras interacciones se basan en el egoísmo, el maltrato, la frialdad, el engaño o la desconfianza, nuestra autoestima quedará afectada y progresivamente se destruirá, lo cual puede provocar que acabemos dudando de nosotros mismos y preguntándonos: “¿soy quizá una persona que no merece ser amada?”.

 

Este tipo de enfoque al ser utilizado en la educación de un hijo es dañino y peligroso. El niño puede crecer sin la cercanía emocional de sus seres queridos y entender que el mundo es un lugar hostil del que debe defenderse. De ahí que, tarde o temprano, desarrolle rabia y hostilidad, por ejemplo. Tal carencia llega a ser tan significativa que de cierto modo repercute en el bienestar, en el desarrollo de la personalidad y en la fortaleza emocional de una persona.

 

Nadie conseguirá que un niño sea fuerte si se le priva de los abrazos, de los besos o de esa forma de afecto basada en la sensibilidad que algunos traducen como “debilidad”. A su vez, un adolescente no llegará a ser un adulto fuerte si se le enseña a reprimir sus emociones. Tampoco lo será si se le recrimina que llore “porque eso es cosa de niños” o si se le dice que ser mayor implica resolver las cosas por uno mismo sin pedir ayuda de nadie.

 

Ahora, es tan grande el poder de una palabra que podría llegar a doler incluso más que un golpe o que un impacto directo en el cuerpo. El lenguaje es un transmisor poderoso de emociones. De esa interacción es de donde podemos construir vínculos sanos, dignos, felices. Por eso es necesario que los interlocutores practiquen una escucha activa, empática y constructiva.

 

En el caso de una relación de pareja que no practica las caricias cotidianas o esas pequeñas muestras de afecto elementales, pero poderosas, se apaga poco a poco o no termina de ser una relación plena y satisfactoria. En cambio, una mirada de admiración, una caricia inesperada, un abrazo por la espalda o buscar la cercanía mutua cuando estamos con más personas son signos que nos hacen sentirnos felices y seguros.

 

Igualmente, y por extraño que parezca, hay momentos en nuestra vida en que nos acostumbramos a no ser abrazados, a no ser besados, acariciados o a no recibir refuerzos positivos, y aunque no debería ser así, acostumbrarnos a una vida de vacío emocional no es sano. Además, al poco tiempo, pueden aparecer enfermedades como la depresión sin causa aparente, ya que nos sentiremos vacíos, agotados, solos y poco valorados.

 

En conclusión, independientemente de la edad, una persona con carencia emocional puede mantener un nivel de autoconfianza y confianza para con todos muy bajo, experimentar constante descontrol en sus impulsos comprendido como los cambios bruscos de conducta y agresividad. También puede tener dificultad para gestionar y exteriorizar sentimientos, por lo que suelen mostrarse fríos ante cualquier situación. Pueden presentar dificultad para relacionarse con otros, de hecho, tienden a alejarse y romper relaciones con personas importantes para sí. Así mismo, la capacidad de concentración y atención tiende a disminuir.

También puede tener dificultad en el desarrollo del lenguaje y poca habilidad para socializar con otros. Si la carencia emocional sucede en adultos y es prolongada puede llegar a convertirse en cuadros o estados severos de ansiedad.

 

La invitación que te hacemos en este momento es a que te evalúes a conciencia y si crees que tienes vacíos emocionales, acudas a PADMATERAPIA donde te ayudaremos a identificarlos y sanarlos para que puedas estabilizar tu vida en las diferentes esferas de funcionamiento.

 

Y recuerda, Si yo tengo un vacío emocional y tú lo llenas, nace la dependencia. Si ambos estamos completos y nos acompañamos, nace el amor.

 

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