Seguramente cada uno de nosotros hemos tenido la experiencia de perder a un ser querido ya sea de manera súbita o luego de una larga y penosa enfermedad. Y junto con esta pérdida sentimos querer morirnos junto a ellos porque ese vacío que ha quedado dentro de nosotros nos atraviesa el corazón como una cruel y fría espada.
Esta vivencia es tal vez uno de los procesos que más moviliza sentimientos en nuestro interior.
Acá entonces comienzas a vivir un duelo, es decir, a causa de esta pérdida experimentas unas consecuencias psicoafectivas, con unas manifestaciones exteriores, la práctica de unos rituales y un proceso psicológico evolutivo. La aceptación de esta nueva realidad supondrá la elaboración de este duelo, lo cual es normal.
Dentro de las manifestaciones propias de este dolor se pueden encontrar las siguientes: Bajo estado de ánimo, tristeza, desinterés, sentimientos de culpa centrados en lo que el superviviente podría haber hecho o no hizo en el momento de la muerte del ser querido, insomnio, pérdida de peso, pueden producirse trastornos sensoperceptivos transitorios en forma de alucinaciones en las que la persona refiere ver o escuchar la voz de la persona fallecida.
Muchos autores han coincidido en que el duelo tiene tres etapas de evolución:
Fase de impacto: dura desde unos días a un mes y está definida por los sentimientos asociados a la negación o incredulidad de la pérdida del ser querido, es algo así como una “anestesia emocional”. Puede presentarse tanto con embotamiento como con liberación emocional intensa, y se caracteriza por la incapacidad para comprender qué ha ocurrido, y en consecuencia responden de manera inadecuada, alejándose de la realidad, distanciándose de las personas próximas, con respuestas frías e incluso inadecuadas. La persona está como perdida y aparentemente todo le da igual.
Fase de depresión: se prolonga a lo largo de varias semanas o meses. Se inicia con síntomas depresivos seguida de episodios de irritación y aislamiento. En esta fase, los rituales sociales y religiosos han finalizado, la persona se encuentra ante la realidad de la pérdida y frecuentemente con la exigencia social de reincorporación al trabajo, al cuidado de la familia, a la cotidianidad, etc.
Fase de recuperación: puede aparecer después de un año. Comienza la aceptación de la nueva situación como algo irremediable, se recupera el interés por otras actividades y se establecen nuevas relaciones. Se retorna al nivel de funcionamiento previo y se es capaz de establecer nuevos lazos afectivos. Esta etapa es de reacomodación y adaptación, e implica poder recordar a la persona amada como ausente, pudiéndola evocar sin tanto dolor y sin emociones poderosas, sino con cariño y nostalgia; sin que el recuerdo sea tan fuerte como para desequilibrar por la intensidad de sus sentimientos y pensamientos en torno al ser querido fallecido.
Estas etapas pueden variar en intensidad, no suelen tener un tiempo de duración establecido y hay aspectos que persisten indefinidamente sin interferir en el funcionamiento de la persona.
Es importante tener en cuenta que los ritos funerarios cumplen un papel primordial porque, primero que todo, la contemplación del féretro de la persona fallecida evita la cristalización de fantasías, imaginaciones o temores a lo desconocido, ya que para poder iniciar el duelo muchas personas necesitan la oportunidad de decir adiós, hacen que la persona “ponga los pies sobre la tierra” y se beneficie del principio de realidad, luego facilita la expresión del dolor y de las emociones llegando así a contrarrestar la negación. Los ritos funerarios también tienen un valor simbólico y de comunicación y finalmente facilitan las expresiones de apoyo por parte de la comunidad.
Si estás pasando por un duelo, te invitamos a que tengas en cuenta las siguientes recomendaciones:
Permítete sentir el dolor, así como todas las otras emociones que lleguen, no te digas cómo deberías sentirte ni tampoco permitas que otros lo hagan. Ten paciencia y no te presiones. Acepta que necesitas experimentar dolor y en su debido tiempo cesará. No juzgues tus emociones ni te compares con otras personas. Permítete llorar. Habla con alguien sobre tu pérdida, tus recuerdos y tu experiencia de la vida y muerte de tu ser querido. No pienses que estás protegiendo a tu familia y amigos al no expresar tu tristeza. Pídele a otros lo que necesites, sin pena. Busca a otras personas que también hayan perdido a un ser querido y habla con ellas.
También es importante tratar de mantener un estilo de vida normal y no hacer cambios importantes en tu vida durante el primer año de duelo pues sigues en proceso de acomodación y esto te permitirá ganar un sentimiento de seguridad. Come bien y haz ejercicio pues la actividad física es una buena forma de descargar la tensión. Los baños calientes y las siestas también reconfortarán tu cuerpo y tu espíritu.
Evita el consumo excesivo de alcohol u otras sustancias ya que esto puede causar daño a tu cuerpo y afectar tus emociones pues perderás el equilibrio que haz ganado hasta el momento. Además, es probable que cause nuevos problemas pues, desinhibido, podrás sacar a flote tu rabia e irritación y podrías afectar a otras personas también. Más bien intenta con otras distracciones saludables como ir al cine, a comer, o practicar un juego, leer un buen libro, escuchar música, recibir un masaje o ir a la peluquería.
Un aspecto fundamental y no menos importante es perdonarte por las cosas que hayas o no hayas hecho o dicho a la persona fallecida pues el perdón es el mejor regalo que te puedes hacer para comenzar con tu proceso de elaboración y curación.
Las fechas especiales como cumpleaños o aniversarios y los días festivos pueden hacer que vuelvas a sentir emociones fuertes, por eso, es tu decisión si deseas mantenerlas o crear nuevas actividades, puedes planificar cómo, en dónde y con quien quieres pasar estas fechas, míralo como una actividad en honor a tu ser querido.
La pérdida de una persona en una familia significa que las funciones en la familia cambiarán. Será necesario que los integrantes hablen acerca del impacto de este cambio y acuerden las nuevas responsabilidades y por difícil que pueda ser, es importante que los miembros de la familia mantengan diálogos honestos y transparentes entre sí. Este no es el momento para que los miembros de la familia oculten sus sentimientos tratando de protegerse unos a otros.
Sabemos que es un momento difícil, por eso en Padma Psicologos Bogotá estamos dispuestos a escucharte con actitud receptiva y empática, facilitaremos tu comunicación verbal y expresión de sentimientos. Busca ayuda, comunícate con nosotros.