Muchas veces nos sentimos tan abrumados y solemos decir casi que de manera automática que estamos estresados cuando en realidad lo que podemos estar experimentando es un episodio de ansiedad. Aquí te explicamos cuáles son las diferencias entre uno y otra.
Lo primero que debemos tener claro es que tanto el estrés como la ansiedad son una parte natural de respuesta de lucha o huida y una forma de reacción del cuerpo al peligro. El propósito de esta respuesta es asegurarse de que una persona está alerta, enfocada y lista para enfrentar la amenaza. Cuando alguien está sometido a estas circunstancias, su cuerpo libera las hormonas del estrés las cuales hacen que la respiración se acelere y el corazón lata más rápido, entre otras cosas.
Cuando una persona está estresada puede sentir ritmo cardíaco más rápido, respiración más rápida, pensamientos de ansiedad, mal humor, irritabilidad, infelicidad general, sensación de agobio, soledad, náuseas, mareos, diarrea o estreñimiento.
Cuando una persona está ansiosa puede experimentar ritmo cardíaco más rápido, respiración más rápida, sensación de intranquilidad o temor, sudoración, diarrea o constipación, nerviosismo, tensión, intranquilidad.
Otra diferencia es que el estrés dura más corto tiempo y se da como respuesta a una amenaza reconocida y la ansiedad puede ser permanente y es posible que no tenga un desencadenante identificable.
Cualquiera de las dos situaciones puede ser manejada a través de las siguientes técnicas:
Estrategias de relajación: puedes hacer ejercicios de respiración, enfocarte en una palabra tranquilizante como “paz”, “amor” o “calma”, visualizar un escenario tranquilo, como una playa o un área verde como un bosque o una pradera; practicar yoga, contar lentamente hasta 10, etc.
Hacer ejercicio: la actividad física puede ayudar a las personas a enfrentar las situaciones estresantes. Esto podría ser una caminata, un paseo en bicicleta o correr. Los movimientos fluidos de las actividades como el yoga también pueden aliviar el sentimiento de estrés o de ansiedad.
Conversar sobre el tema: ya sea personalmente, por teléfono o por cualquier otro medio con alguna persona de confianza llámese familiar o amigo.
En todo caso, debemos proteger tanto nuestra mente como nuestro cuerpo y tomar las medidas que sean necesarias. Para ello te recomendamos:
- Aceptar que no puedes controlar todo.
- Conformarte con lo mejor que tienes en lugar de esperar la perfección.
- Conocer qué desencadena tu estrés y ansiedad.
- Limitar la cafeína y el alcohol.
- Comer de manera equilibrada.
- Dormir suficiente.
- Hacer ejercicios todos los días.
- Encender un incienso o colocar en tu casa una esencia que te guste.
Aprender a conocer tu cuerpo, tus reacciones al miedo y la habilidad para pedir ayuda pueden ayudarte a gestionar ya sea el estrés o la ansiedad. Si lo que sientes interfiere con tus actividades cotidianas, si hay uso inadecuado de alcohol o cigarrillo, si hay cambios significativos en los hábitos de sueño, de alimentación, de higiene personal, bajo estado de ánimo durante un buen tiempo, creo que es hora de recomendarte acudir en busca de ayuda pues podrías estar cruzando por un estrés crónico o un trastorno de ansiedad.
Comunícate con PADMATERAPIA donde un equipo de psicólogos expertos te ayudarán a identificar y tratar estas difíciles situaciones.