Dicen por ahí que “el dinero no trae la felicidad, pero en cuanto el primero se va, la segunda lo sigue”, ¿Qué opinas?
Pues bueno, no es un secreto que generamos ciertas emociones en torno al dinero y la manera en que nos relacionamos con él dependerá básicamente de 3 factores:
Tus creencias asociadas al dinero: por lo general están influenciadas por la actitud y la información que te ha sido transmitida sobre el valor del dinero especialmente por nuestros padres desde que éramos pequeños. A ello se suman un montón de creencias colectivas muy arraigadas y compartidas por la sociedad como, por ejemplo: “Hay que trabajar mucho para conseguir dinero” o “el dinero es un mal consejero”. Cuando descubres y te haces consciente de estas creencias, es importante comenzar a trabajarlas y reprogramarlas en positivo porque en cierta manera tu situación financiera está ligada a ellas.
Tus carencias afectivas: es posible que hayas experimentado que cuando te sientes solo o has terminado una relación te vas para una tienda o centro comercial a comprar cosas que no necesitas para sentirte diferente o como medio de escape a esos sentimientos dolorosos que presentas en ese momento… y no queremos que pienses que eso está mal, solo que lo ideal es que puedas comprar de forma consciente para no arrepentirte de tomar decisiones impulsivas en un momento de debilidad. Además, ten presente que algunos Bancos o almacenes han estudiado este tipo de “debilidades” para utilizarlas en su favor generando en ti una necesidad por cosas que en realidad no necesitas. Las consecuencias las pagan nuestro bolsillo, nuestro estado de ánimo y de paso nuestra salud mental porque le estás sumando una culpa más posterior a la compra. Algunas de las emociones y necesidades que se encubren con el gasto del dinero son el miedo, la culpa, la nostalgia, el sexo, la pertenencia a un grupo, la fama y la riqueza y la esperanza de ser felices, entre otras.
Tus actitudes ante la vida y el dinero: definitivamente sentirte una persona “abundante” no depende de tu trabajo ni de tu cuenta de ahorros, sino que sencillamente sentirte abundante es una actitud de agradecimiento ante la vida. Puede que tengas mucho en todos los niveles, pero si no lo valoras, si no disfrutas lo que tienes y te quejas continuamente de que nunca es suficiente lo que tienes, pues encontrarás insatisfacción de manera permanente. Tener más dinero no te va a hacer feliz pero tu actitud si lo hará. Si logras disfrutar y compartir lo que tienes te hará no solo abundante a ti sino también a quien recibe.
Podrás identificar y reconocer que no tienes una buena relación con el dinero cuando tu situación financiera no mejora, evitas hacer planes a futuro, no tienes estrategias consistentes en relación con el dinero.
Para que puedas tener una buena relación con el dinero, observa tus hábitos de cómo y cuándo gastas el dinero, puedes hacer un registro durante unos dos meses y así encontrarás un patrón sobre el cual actuar. Evita comparar tu ingreso con el de los demás pues será una fuente inagotable de insatisfacción. También puedes ajustar tus objetivos valorando tu presupuesto, es decir, si tienes problemas económicos se trata de cambiar lo que sueles hacer y por ejemplo, en lugar de comprar cosas más costosas, puedes optar por ahorrar o si te llega un incremento mensual, no gastes más.
Revisa cómo gastas tu dinero, recuerda que las cosas materiales no siempre proporcionan la felicidad.
Las emociones que curas con dinero son tan fuertes y primarias, y tan necesaria su satisfacción, que merece la pena pensar cómo puedes cuidarte teniendo conciencia de cómo lo haces hasta ahora y si estás contento con los resultados obtenidos.
Contamos con terapias para mejorar tu organización personal, te orientamos y te ayudamos a identificar aquellos comportamientos, actitudes, creencias y sentimientos que no te permiten fluir económicamente y te brindaremos las herramientas para avanzar. ¡Llámanos!