¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza cuando alguien te hace daño? ¿Cuál es tu reacción inmediata? Seguramente lo más probable es ir en contra de quien te ofendió o te agredió y a tu manera tratas de poner freno a la situación. Sin embargo, es posible que a largo plazo sigas ensañada contra esa persona tratando de buscar venganza y “justicia” ante ese dolor que te hizo vivir, desgastando tu fuerza, energía y alegría. Esos sentimientos no dejan que la herida se cierre y el sufrimiento continúa doliendo en lo más profundo de tu ego.
Empezar a sanar esa herida implica que ya no visualices esos pensamientos y, por consiguiente, no implementes comportamientos destructivos hacia esa persona que te ofendió. El proceso de perdón empezará cuando comprendas que esa búsqueda de justicia ya no ocupa el centro de tus pensamientos y acciones y que tampoco dificulta el avance de tus intereses, objetivos, valores y metas.
Para llegar al perdón, se puede pasar por 3 fases:
El primer paso consiste en dejar de hacer conductas destructivas abiertas y explícitas, como, por ejemplo, dejar de buscar venganza, quejarse con las demás personas., etc. o dejar de hacer conductas encubiertas e implícitas, por ejemplo, desear conscientemente mal al agresor, pedir a la vida que le pase algo malo, etc. La segunda fase incluye el realizar conductas positivas hacia el ofensor y para finalizar, si hay respuestas positivas por el perdonado, se puede llegar a restaurar la confianza en el agresor.
También es importante poner en consideración lo que NO es el perdón, ya que podemos tender a confundirnos y no lograr sanar.
El perdón no incluye necesariamente reconciliación. Perdonar o pedir perdón son opciones personales y voluntarias que no necesitan de la colaboración de la otra persona. Sin embargo, la reconciliación es un proceso de dos.
El perdón no implica olvidar lo que ha pasado. El olvido es un proceso involuntario que se irá dando, o no, en el tiempo. Solamente implica el cambio de conductas negativas a positivas hacia el ofensor. Hay ideas erróneas asociadas con el perdón como que si se perdona no se debe acordar o sentirse enfadado por lo ocurrido. Pero recordar es un proceso automático que responde a estímulos que se pueden encontrar en cualquier situación y los sentimientos que se tienen no se pueden modificar voluntariamente, las respuestas que damos cuando tenemos esos sentimientos si pueden llegar a ser voluntarias. El perdón no supone justificar la ofensa que se ha recibido ni minimizarla.
El perdón tampoco supone necesariamente levantar la pena al ofensor y que no sufra las consecuencias de sus actos. Para que se dé la reconciliación es preciso que el ofensor realice una restitución del daño que ha causado, si es posible, o cumpla la pena que la sociedad le imponga. El perdón consiste en que el que perdona deja de buscar que se haga justicia y es indiferente en las consecuencias que busca y, tampoco intenta obtener una descarga emocional junto con la justicia que se haga con el ofensor.
Perdonar no es síntoma de debilidad, porque no se trata de dar permiso al otro para que vuelva a hacer daño, sino que se puede perdonar cuidando de que no nos hagan daño de nuevo.
Ahora, el proceso de pedir perdón, tampoco es nada fácil. Para ello tiene que haber arrepentimiento que incluye dolor por el sufrimiento causado y que no se puede quedar solamente en palabras, sino que ha de incluir acciones que permitan que aquello no vuelva a suceder y que se restituya el mal realizado.
El perdón es terapéutico pues dentro de este proceso subyacen efectos psicológicos y múltiples beneficios personales al practicarlo con frecuencia. Es preciso comprometerse, por el propio interés, con el pensamiento de querer lo mejor para esa persona que nos hizo daño, aunque sea solamente que recapacite y no vuelva a hacer daño a nadie o deseando que le vaya bien en la vida. Si el proceso de perdón se hace adecuadamente, se modificarán en consecuencia, los sentimientos hacia el ofensor.
Siempre tendremos la posibilidad de elegir. Pero si decidimos perdonar, debemos dar el primer paso. Y no siempre encontraremos del otro lado la respuesta que deseamos. Recuerda que quien perdona no le hace ningún favor a su agresor, se lo hace a sí mismo porque es liberador. Y no olvides que Perdonar no es olvidar, es recordar sin dolor y sin amargura.
Sabemos que este proceso no es fácil, por eso en PADMATERAPIA contamos con técnicas profesionales de psicología que te ayudarán perdonar, a sanar y a liberarte de esos sentimientos que te atan y no te dejan avanzar.