La fidelidad es un tema muy importante en la vida de las personas y de las parejas que puede verse afectada por celos, inseguridad, etc. y seguramente en algún momento de la vida lo hemos experimentado y lo hemos sufrido, nos han sido infieles o nosotros lo hemos sido. Tanto de un lado como del otro, la noticia es que puede trabajarse y superarse sin grandes dramas y, aunque parezca poco común, cada vez tiene menos vigencia la idea de que la infidelidad marca el final de la relación.
Cuando pensamos en la palabra “infidelidad” automáticamente lo asociamos con la necesidad de tener relaciones sexuales con otra persona que no es mi pareja, y seguramente tendrá algo de cierto pues la mayoría de personas que buscan ayuda por este tema, manifiestan haberlo hecho argumentando razones como, por ejemplo, que el otro no le da lo que necesita, lo cual lleva a los dos integrantes de la pareja a asumir su responsabilidad sobre el asunto y empezar a buscar la causa.
Encontramos que existen varios tipos de infidelidad cuyo grado de relevancia dependerá de cada persona, de sus creencias, de sus valores y de su concepción sobre el significado de la fidelidad, lo cual, como consecuencia traerá diferentes impactos dependiendo de sus características.
Dentro de los tipos de infidelidad se pueden encontrar los siguientes:
- Aquella que se sostiene en el tiempo.
- La que se realiza con un amigo, compañero de trabajo o conocido
- La infidelidad ocasional o buscada
- Y la infidelidad con o sin involucramiento afectivo
De las anteriores, quizás la que más genera dolor y sufrimiento es la que se sostiene en el tiempo, manteniendo actividad sexual con una tercera persona que socialmente se le llama “amante” y que seguramente llega a ser peor cuando el tercero es una persona conocida.
Las causas que se atribuyen a este comportamiento están ligadas con la necesidad de “sentirse vivo” frente al aburrimiento de tener una pareja estable y la concepción de que aquello que es prohibido puede generar una atracción muy fuerte. Otras de las justificaciones más comúnmente conocidas hacen relación a creencias como «Todo el mundo lo hace», «No siento nada por la otra persona, es sólo sexo», «No voy a perder esta oportunidad», «Si él/ella no me satisface…entonces tengo que hacerlo», etc.
Ahora, es importante tener claro que, precisamente, no se trata de buscar culpables ni de juzgar al otro, ni es momento para victimizarse sino de analizar qué fue lo que pasó, por qué se presentó esa situación y cuál fue el aprendizaje que esta experiencia ha dejado para tu vida. No debes olvidar que tampoco se trata de señalar, ni de pensar que merezcas lo que te está pasando, reiteramos, sino de analizar y reflexionar sobre la situación.
Por eso, acudir al dialogo será lo más pertinente en esta ocasión. Pero, más allá de eso, y antes de buscar culpables, el proceso debe empezar por dialogar con tu pareja, contigo mismo, por hacer un trabajo de introspección que te permita sincerarte y buscar respuestas, bien sea si fuiste tú el infiel o fue tu pareja. Cuando encuentres esa respuesta, podrás lograr cierto grado de liberación y podrás comenzar tu proceso de perdón. Luego, sabrás que has perdonado cuando te sientas en paz contigo mismo/a y con el otro.
Mejor lo describe un proverbio japonés que asegura que «no es suficiente con ser marido y mujer, hay que ser también amigos y amantes, así no habrá necesidad de buscar a nadie más«. Obviamente, en esta afirmación vale la pena aclarar que no solo aplica para una pareja heterosexual y que no necesariamente será esta la única razón para que no se presente una infidelidad.
Sólo tú puedes confirmar o desmentir ese proverbio y sólo lo podrás hacer cuando tengas claro cuál fue el aprendizaje que te trajo la experiencia de ser infiel o que te hayan sido infiel.
Seguramente, una de las conclusiones será, querer tener a tu lado una pareja (si es tu expectativa) que se complemente contigo desde la honestidad para poder construir una relación sana.
En PADMATERAPIA te ayudaremos a identificar los sentimientos generados por la infidelidad (bien sea si eres el infiel o eres quien recibe la infidelidad), sin juzgamientos, sin tapujos, hablando claro y, sobre todo, con toda la sensibilidad y profesionalismo que el tema amerita.